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Historia de la Estancia de López y de sus Primeros Propietarios

Una historia que atraviesa la de Chivilcoy

(4ª Parte)




Manuel Eustaquio López se dedicó a la política, sin desatender las otras ocupaciones que ya hemos mencionado. Fue mitrista y apoyó con entusiasmo al general Bartolomé Mitre durante más de 30 años.

Como consecuencia de esa amistad, Mitre visitaba frecuentemente la estancia y, en una oportunidad un grupo de sus enemigos políticos, de tendencia federal. Irrumpió violentamente en la estancia, vulnerando todas las medidas de seguridad. Tenían noticia de que Mitre se hallaba alojado allí y lo buscaban para matarlo. Recorrieron el establecimiento haciendo desmanes, llenos de furia y odio y revisando cada rincón sin poder hallarlo. Hasta que quedaron frente a un mueble, que por sus dimensiones hubiese permitido que una persona se ocultase en su interior. Sus sospechas y enojo aumentaron al ver que el mismo estaba cerrado con llave y que la llave para abrirlo no aparecía. Entonces, ante esto atravesaron varias veces la puerta del mueble con una bayoneta, pero por debajo de la puerta no aparecía ningún hilo de sangre ni se escuchó ningún grito y ni siquiera un quejido de dolor. Frustrados debieron retirarse sin haber podido eliminar a su odiado enemigo. Dejando tras de sí a la gente tensionada y conmocionada por tanta violencia. Lo que había sucedido era que la información del ataque se filtró por alguna infidencia y Mitre, que había sido alertado a tiempo, huyó en una volanta de la estancia rumbo a la ciudad de Buenos Aires. [1]

Manuel Eustaquio López fue jefe de la Unión Cívica de Chivilcoy. En el municipio se desempeñó como Concejal y fue el Intendente Municipal del Partido en 1887 y 1888. A él se le deben la delineación y arbolado que tuviera en su primera etapa la plaza 25 de Mayo y un puente que la adornaba.

Años más tarde donó el dinero para que se pudieran construir las dos torres del frente de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. No obstante, tenía un lado oscuro, afrontaba muchas causas judiciales. Una de ellas estaba motivada por el incumplimiento del pago de una deuda contraída con Ángel Grego, tal vez el hijo de uno de los fundadores de Chivilcoy, quien le estaba construyendo en 1909 una vivienda en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Larrea 585.[2]

Manuel Eustaquio López aumentó la extensión de la estancia “La Rica” mediante sucesivas compras hasta llegar a abarcar 16.671 ha, 36 áreas y 41 centiáreas y convertirla en una poderosa explotación. Pero al fallecer el 24 de diciembre de 1910 y realizarse los trámites de la sucesión, el agrimensor encontró un sobrante de 187 ha que fueron adquiridas por sus herederos en 1913, en virtud de lo establecido en la Ley de Sobrantes. Alcanzando entonces la estancia una extensión de 16.858 ha, 36 áreas y 41 centiáreas. [3]

En un trabajo posterior la Dra. Caggiano cambia un poco las cifras y refiriéndose a la herencia expresa que:


“Trasmite a sus herederos cinco casas en Buenos Aires, una bóveda en el Cementerio de la Recoleta, la estancia La Rica de 17.145 hectáreas con 45.000 ovinos, 3.500 bovinos, 1.500 yeguarizos, un almacén con mercadería, maquinarias y enseres rurales varios. Otra fracción de 192 Has., ocho chacras en el ejido de Chivilcoy (en total 108 Has.) Además de una quinta, terrenos, barraca y una bóveda en el cementerio de Chivilcoy. Un terreno en Carmen de Areco, entre otros bienes que compusieron el patrimonio que legó a sus descendientes”… [4]


Falleció en su estancia "La Rica" el 24 de Diciembre de 1910. En homenaje a su persona y a su trayectoria como hombre público, la Municipalidad de Chivilcoy adhirió al duelo.


Por Rubén Osvaldo Cané Nóbile


Citas


1 Marino de Devincenzi, ob. cit., pp. 19 y 20.

2 Caggiano, “Chivilcoy…”, ob. cit., pág. 325.

3 Ídem, pág. 326.

4) Caggiano, María Amanda, “Estancia de López”, ob. cit. Consulta del 12/12/2019.


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